Misteriosas creaciones de nuestra psiquis, los sueños se han transformado con el paso del tiempo en un misterio que ha llamado la atención tanto de los científicos, filósofos e investigadores de mayor renombre, como también han sido parte fundamental de la historia y ritos de culturas milenarias, así como también han servido de apoyo para tomar decisiones que hoy en día consideramos históricas, que han marcado el camino hacia el mundo en el que hoy vivimos.
Sin importar cuál sea la perspectiva, todas acuerdan en un punto fundamental: Estas extrañas historias, estas vivencias que se presentan en nuestras cabecitas mientras dormimos, estas secuencias de imágenes la mayor de las veces incoherentes y absurdas, capaces de generar las más profundas sensaciones y emociones o de despertar los más primitivos y lejanos recuerdos, de algún lado vienen y algo quieren decir.
El psicoanálisis no es ajeno a esta perspectiva, damos una gran importancia al relato de sueños... e incluso para los pacientes el relatar un sueño tiene de por sí un atractivo especial. Y no sólo para los pacientes, sino que más bien basta con que uno diga que es Psicólogo para que algún alma atenta se acerque ansiosa de resolver un sueño que le viene machacando noche a noche, por ejemplo:
-“Soné que iba por la calle, me agachaba a levantar una moneda del suelo y cuando me levantaba, de golpe, estaba en el campo”- dice, seguido por el obligado: “¿Qué quiere decir?”.
Es seguro que ese extracto del sueño algo quiere decir… pero las cosas no son tan simples.
Dije que el psicoanálisis da una gran importancia al relato de sueños… exactamente la misma gran importancia que da al relato de cualquier experiencia. Y no estoy sacándole importancia al sueño, sino al contrario dándole toda la importancia tanto al sueño como al resto de historias, vivencias, cuentos y todo lo que el paciente tenga para decir. Al fin y al cabo, el consultorio es el lugar para su palabra, donde uno va para hablar y a ser escuchado. Para interpretar un sueño hay que hablar: quién soñó nos dirá su significado, y nuestra función será la de hacérselo reconocer en sus propias palabras.
A modo de ejemplo les voy a contar un sueño, por supuesto con la previa autorización de la soñante.
"Afuera había vampiros y que en cualquier momento, cuando no haya luz, iban a atacarme. Estaba en una habitación con más personas, en el sueño eran conocidas pero al despertar no re conozco a nadie. Reconocíamos a los vampiros cuando se acercaban a la luz… pero no se acercaban, porque en la luz ellos no podían actuar y no se podían mostrar porque sino después no se podían infiltrar para matarnos. No se morían, pero no podían actuar en la luz artificial. Había una oscuridad total, no había día, entonces yo me sentía segura estando con luz, luz eléctrica. Sólo había luz eléctrica. Pero a la vez no era tampoco una seguridad total, porque ellos se podían aparecer ahí también.
Intervengo: ¿Estás al tanto de que a los vampiros no los afecta la luz artificial, sino sólo la luz natural, la luz del Sol?
Si, es que la idea era mantenernos constantemente con luz. Te sentías más segura con la luz artificial que afuera, porque afuera era penumbra. Ellos en la luz artificial podían estar, pero no podían actuar, no podían matarnos. En un momento se corta la luz, pero encendemos velas, pero no era lo mismo. Ahí fue cuando empezó a entrar el pánico, teníamos mucho más miedo. Con la luz de la vela veías mucho menos que con la luz eléctrica, no te podías defender del ataqué. Aparte, en el sueño tampoco había una manera de defenderse, porque no sabías cómo matarlos, y tampoco teníamos armas.
Estábamos en lo que era mi casa antigua, pero se veía mucho más grande…."
Hasta acá el relato del sueño.
Existen muchos elementos a profundizar (quiénes eran los vampiros, la casa antigua, quienes eran las otras personas, etc.), pero en este caso alcanzará con dar una idea general de lo que nuestra soñante pudo descubrir: Por esos días se negaba a comenzar una terapia. El por qué nada tenía que ver con razones vagas y esquivas, sino que eran claras y concretas: “no quiero hablar de cosas que no me gustan. No quiero enfrentar cosas oscuras que sé que voy a tener que enfrentar”. En este contexto es que una noche tiene el sueño. Entonces, las cosas que no quería enfrentar, de las que no quiere hablar no le eran para nada desconocidas, sino que estaban allí bien presentes. Mientras no se hiciese terapia, no generarían mayores problemas: la condición es que no se eche luz sobre esas cosas- en sus propias palabras- oscuras. La estrategia es la siguiente: ella como portadora de esa luz (luz eléctrica, velas, etc.), es quien tiene el control ante cualquier posible asalto de los vampiros, esos seres que se esconden en la oscuridad. Si bien está al tanto de que un vampiro no sucumbirá ante la luz artificial, en este caso esa luz sirve al menos para neutralizarlos momentáneamente, aunque el costo que se pague sea el pánico y la constante posibilidad de caer repentinamente en sus manos.
De manera bastante esquemática y general, podemos decir que los vampiros vinieron a representar las cosas oscuras que no quiere enfrentar (y ante las que se siente indefensa), de las que no le gusta hablar. Mientras que la utilización de luz artificial deja en claro por un lado la necesidad de controlar el acceso a esas cuestiones (versus la luz natural, dado que la naturaleza ella no puede controlarla) y por otra parte, y sobre todo con la aparición del corte de luz y el uso de la débil luz de la vela habla de una inminente pérdida de ese control y de allí el pánico a caer de un momento al otro y sin previo aviso en las cuestiones oscuras, como si estas se infiltraran indefectiblemente para matarla.
Volviendo un poco a la publicación anterior, al mito “el psicólogo me dice cualquier cosa”, dije que muchas veces ante una interpretación el paciente puede sentirse atacado, y ese ataque lo traduje como “desnudado”.
En este sueño se puede ver entonces un claro ejemplo del costo que alguien puede estar dispuesto a pagar a cambio de que la verdad se mantenga en la penumbra.